Bola ancha.

Sábado en la tarde, día de carrete.
Amigas que llegan desde Valparaíso y una de ellas tiene entradas para ir a ver a Gonzales en la copa a beneficio de los niños del hogar de cristo.
Atento al sorteo final no estoy muy atento a que Fernando Gonzales está regalando pelotas de tenis. Mientras las lanza al público golpeándolas con la raqueta, estoy atento al sorteo que se lleva a cabo en esos instantes con los números de las entradas. Los premios son mejores que las pelotas que lanza.
Hasta que una pelota me golpea la rodilla, fue a parar ahí luego de rebote tras rebote en la tribuna y las chicas me gritan "La Pelota!!!"
Tarde reaccioné y la pelota se me escabulló de las manos. La perseguí lo más que pude y casi como si la pelota tuviese voluntad propia se metió debajo de unos asientos y llego hasta muy abajo donde mis brazos ya no alcanzaban quedándose con otra persona de las tribunas. Reproches tras reproches nos fuimos de ahí.
Una simple pelota lanzada por el tenista número 7 del mundo. Quizás el único premio que podría haber tenido pero por estar atento a otra cosa, me lo perdí.

Pareciera en este punto que hubiese una moraleja.. pero la verdad es que no se si la hay.

Noooooo! .. Dos más.

El "a chorro"

Me roban por la ventana
del micro un par de lentes.
Por ir con la java abierta
escarbándome en los dientes
me roban por la ventana.

El ”a chorro” dejó
la polvadera,
a un viejuco le quita
la billetera.

La billetera, sí,
a mi chiquilla,
el reloj de pulsera,
la gargantilla.

Le quitó los anteojos
a otro pitiojo.

(Angel Parra, Cueca El "a Chorro")

Lo mismo pero con el reproductor mp3... No me queda más que reirme un rato de mi suerte y de las cosas que ocurren cerca de el parque O'Higgins

Una estrella que alumbra.

Se aproxima navidad y es costumbre en muchos hogares armar arbolitos y poner regalos a los pies del mismo, así como también poner, no siempre, un pesebre que nos recuerde desde donde nace todo esta idea en la tradición cristiana. Y si bien muchos saben que esta tradición tiene origenes en "lo pagano" y que de acuerdo a los hechos políticos de la época se fusionan las ideas con las conveniencias no es mi idea entrar a analizar este punto.
Lo que me pasa con la Navidad es algo extraño. Resulta que no quiero tener una navidad recargada, donde los adornos tapen el sentido, y donde el papel brillante de los regalos me dejen ciego y no descubra lo verdadero. Resulta que no quiero dejar de creer, pero me resulta muy difícil no alejarme de esta vorágine de elementos que contextualizan este creer. Por que hoy parecer es ser y no me viene muy bien ese traje.
Toda la cuadra esta adornada con luces y motivos rojos y dorados, como si la coca-cola se hubiese tomado el barrio y estuviera preparando un comercial en mi calle. Las luces en cascadas cuelgan de los techos y en varios de ellos hay renos hechos de intermitencias lumínicas. Hay una docena de Santa Claus entrando por las ventanas protegidas por ADT, a falta de chimeneas, y una cantidad indeterminada de duendes que pululan por los antejardines recargados de adornos. Mucha nieve en pleno verano.
A la hora de que las familias están reunidas, después del colegio de los niños puedo oír las voces cotidianas, esas que no se muestran en las ventanas ni en los tejados. Voces que no son de la fábrica de juguetes ni se parecen a los ho ho ho!! Son las voces de la verdad, de las incomunicaciones, de los enfados, de la rabia, de las preocupaciones, del peso de fin de año, de la vida.
No es que no quiera una navidad, no es que no quiera un rito. Quiero un rito de verdad, hecho a pulso, un rito que sea de veras nacido de mis ansias de creer y quiero que nazca en nosotros un niño que abre los ojos a esa verdad. Quiero un pesebre en mi pecho.

Neblinas

Que aparecen y se van, como por arte de magia. Y cuando se dejan ver ya nada se puede ver más que la espesura de su cuerpo, la evidencia de su existencia.
Yo quisiera ver que hay detrás y me doy cuenta que no hay nada más que lo que siempre esta ahí cuando la neblina no está. Complicado. Es entonces cuando extraño la neblina.
Un día de estos me voy a sacar la cresta.

Y el telefono no da muestras de conectarse.

Ring ring , una y otra vez.... y ese extraño engendro llamado buzón de voz me recibe tan cordialmente, con voz femenina, que no se parece nada a la angustiosa forma en que marco tu número.

Ring , rin.. ultimo intento.. solo para seguir soñandote y pensar que no es más que uno de esos días extraños donde nada parece conectarse conmigo.