Sunday, March 23, 2008

breve historia de un amor...

Ella estaba detrás del mesón, dedicada a servir las bebidas que los asistentes a la peña a beneficio compraban. Creo que mucho de lo que se vendió esa noche se debe a que ella estaba detrás de ese mesón.
Yo no reparé en ella si no hasta que nos bajamos del escenario. Nos sentamos en una mesa a conversar acerca de nuestra actuación y a comer lo que nos sirvieron. Ibamos, como tantas otras veces, gratis a tocar nuestro repertorio de canciones latinoamericanas con contenido, de ese que tanto gusta la gente oir en peñas y encuentros de barrios, pero que se diluye a la luz de otros intereses en la vida diaria. nuestros rostros denotaban cansancio. Nos hizo bien la empanada y el vino navegado. Comencé entonces a mirar el lugar, todo estaba escasamente iluminado, me parece hoy y pude distinguir su rostro iluminado por las bombillas que daban lumbre a su puesto, su puesto detrás del mesón,
No pude sacar los ojos de su rostro. Creo que ella me vió y tengo la sensación de que se sonrojó ante la persistencia de mi mirada. ¿Qué otra cosa podía hacer si no mirarla?
Desfachatadamente caminé hacia ella después de comprender que la conversación en la mesa no la escuchaba ya más, pués todo dejó de tener sentido cuando la ví.
Recuerdo haber escuchado su voz cuando le pregunté sobre lo que vendían, recuerdo que hasta un tipo se le acercó y le dijó algo que no recuerdo o que recuerdo pero ya no tiene importancia.
Recuerdo su rostro, su maravillosa sonrisa, sus ojos como pozos sin fondo, sus labiós hechos de la sangre que me corre por las venas, su blanca piel de blanco terciopelo, su canto... por que su voz me canta...
La recuerdo ahora mientras me sumerjo en la atónita angustia de no verla y no sentirla mientras cierro la cortina dejando todo el mundo afuera.

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Tuesday, March 18, 2008

Todavía no vuelve...


Y el plato esta ahí, lleno de su comida como cada día.
Esperan por ella sus juguetes, sonoros y ahora sin sonido. Todo esta esperando por ella. Sophie ¿Dónde estás?
Prefiero esa pregunta a las otras que caen como un hacha sobre mi cuello, la duda me corroe pero solo quiero enviarle mi amor y mis lágrimas de desesperación que no salen, que están guardadas, esperando quizás el día que la vea de nuevo entrar a jugar conmigo en la alfombra y donde estalle en feliz llanto.
Vuelve mi gatita linda.. te estoy esperando.

Tuesday, March 11, 2008

Dia de Furia...

Al ensayo como siempre, día sábado en la tarde. Tomo el acercamiento a pajaritos para luego tomar la 506. Salgo a la hora con mi mochila cargada de los elementos necesarios, tres micrófonos, claves, maracas, cables y en la mano un pedestal. No salí con la chaqueta nueva aún cuando la noche podría tornarse fría, la dejé en casa y salí con una polera y dentro de la mochila un chaleco. Al cruzar Pajaritos, caminando hacia el paradero los veo. Son un grupo de unos 15 jóvenes que toman cerveza y elevan cantos, casi se podría decir que son una especie de secta que le esta rindiendo culto a un dios en forma de balón. No hay 506 que se detenga y después de fallidos intentos me echo a caminar tan solo para descubrir que en cada paradero hay otro grupo similar. Se ven alegres, aún más se ve su euforia creciendo a medida que paso por más paraderos en busca de uno que no tenga barristas. Por fin para una micro y mi primer impulso es informarle al chofer la situación que encontrará más adelante. Alcanzo a levantar la mirada cuando me encuentro que tres cuartas partes del bus están ocupadas por barristas, crece en mi el desconsuelo. El conductor sigue por el carril externo y no se detiene en los paraderos asignados, los gritos de desaprobación crecen y pasan rápidamente de las interjecciones a los insultos y solo cesan cuando alguno de los exaltados comienza a elevar un nuevo canto que tan solo dichas un par de palabras del mismo gatilla la respuesta inmediata del resto que sigue la melodía y la letra con ese acento característico de aquellas arengas, diría yo, emulando malformaciones del paladar o de la lengua que en términos más claros hacen que parezcan idiotas.
Cada vez que el conductor no para, por haber barristas en los paraderos, genera que la masa que ha venido bebiendo alcohol en altas dosis se exalte aún más y las amenazas en contra de su integridad física hace temer a todos. Se siente el miedo. Las personas se apiñan en el primer cuarto del bus y sus rostros denotan que están alertas, con los ojos siempre abiertos a los movimientos de los hinchas que a esa altura ya fuman hierba prensada de esa que desprende olor a benzoles. Saltan en el bus y se mueven como en aquellos documentales donde muestran la vida de los gorilas, cuando algunos machos deambulan mostrando su fuerza y con ello declaran su liderazgo.
El clima se hace insostenible cuando en un paradero abren a la fuerza las puertas del bus y este detiene su andar por el sistema automático que poseen. Los barristas amenazan al conductor que les grita la explicación que no es entendida ni aceptada por ellos y avanzan en dirección a él con claras intenciones de agredirlo. La cantidad de gente apiñada adelante les corta el pasoy no logran su objetivo, algunos hinchas les piden a los que mantienen las puertas abiertas que las dejen cerrarse, el bus retoma su camino. Constantemente hay quienes quieren ir a agredir al chofer y son frenados por otros que ven que el bus ya esta en movimiento. El denso humo de varios "pitos" hace dificultosa la respiración, los imbéciles cantos sobrepasan lo tolerable, el continuo despliegue de soberbia amenaza constantemente, el olor a exudaciones alcohólicas es asqueroso, la manada en potencial estampida pone al cuerpo a bombear adrenalina, la tensión es tal que no hay modo de relajarme....
Saco una 9 mm de mi mochila y con los ojos desprovistos de emoción me levanto del asiento, ese asiento que se encuentra al final del primer cuarto del bus, que va mirando hacia atrás, desde el cual tengo una gran perspectiva de la situación y descargo el primer tiro en la cabeza el barrista que sostiene una bandera justo en frente mio. Su cabeza destrozada y sus sesos desparramados sobre su novia generan el momento más sublime de todo el trayecto, el silencio absoluto. Como en cámara lenta puedo saborear este silencio y girar en busca de mi próximo blanco. Puedo darme cuenta, por las expresiones en sus rostros, de quienes han estado en situaciones similares antes entonces no apunto a los que tienen cara de terror y se lanzan al suelo, busco a los que se tratan de escabullir y descargo otro tiro en aquel "macho alfa" que hacia galas momentos atrás, el silencio ya no existe más. Ahora los gritos son gritos de verdad, no son falsos ni con tono fingido, ni parecen hechos por imbéciles, son un canto desesperado, hecho con real sentimiento y pasión pues será el último que saldrá de sus bocas.
Ahora hay una linea que divide el primer cuarto del bus de los restantes tres cuartos. El bus se detiene y todos se agolpan en las puertas que no pueden abrirse por el peso de la masa, algunos se ven aplastados por sus propios compañeros de hinchada mientras se resbalan en la sangre que tiñe de rojo el piso del bus. Algunos lloran, otros miran con ojos inmensos, otros se acurrucan como fetos, la mayoría grita y maldice y quienes osan levantar sus voces reclamando son silenciados. El cambio de clip es casi automático y del metálico sonido pasa al sonido de la carne abierta por una bala. Las puertas se logran abrir y algunos logran escapar, la mayoría mujeres. Todo el olor se mezcla, entre la hierba, el alcohol, la sangre y la adrenalina... Me marea, la vista se nubla y es como un viaje que dura menos de un segundo, casi caer en la inconsciencia casi sucumbir a la tentación de no ver, de no darse cuenta,de no sentir.
Cuando logro enfocar nuevamente los ojos veo al hincha con la bandera enfrente mío, siguiendo el canto que los demás entonan. Ya va a ser hora de bajarme, el bus está próximo al paradero. Creo que lo mejor es bajarme por adelante, atrás esta muy lleno.

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Santa Fe Lasik