La cuenta por favor...

Alameda Libertador Bernardo O'Higgins....... sucursal Plaza Italia. 5:30 de la mañana.

2 cervezas.......
2 ron...
4 completos....
3 chistes con sus risas.....
12 besos de esos que embriagan más que el alcohol....
1 caminata de vuelta a casa...

1 semáforo en rojo...

1 posibilidad de cruzar ...

1 duda....

1 camioneta 4x4....

1 chirrido de neumáticos ...

1 sombra que aparece recortada entre la gente, con su inconfundible figura ...




Cuando giro la cabeza puedo ver el momento del impacto. Los cuerpos salen eyectados y caen como masas inertes... aun no se bien de que se trata, o mejor dicho, mi mente quiso creer que era otra cosa, porque en mi cabeza aun conservo las imágenes intactas y si reviso no cabe lugar para la duda. En ese momento quise creer que se trataba de alguno de esos perritos callejeros... Camino, impulsado por esa extraña fuerza que nos lleva ante algo que ya conocemos, por que está siempre a la vuelta de la esquina, esperando por el día y la hora correcta.
Las cartas están echadas, tiradas como en el piso los cuerpos inmóviles. No faltan los expertos del momento, debe ser la necesidad de no sentirse inúlites ante lo inevitable. Soy como un zombie circulando entre la multitud, agobiado al ver que los "expertos" inventan maniobras para resucitar a la chica... Nadie me escucha cuando les digo que si no saben hacerlo puede ser fatal.
Claro, todos tratan ser un héroe, hay varios que las hacen de paramédicos y otros de carabineros y otros las emprenden contra los reales por que no la llevan al hospital que esta a la vuelta. El chico respira, ella no, ambos están inconscientes, eso quiero creer. Describir más es solo alimentar pesadillas ... los zapatos tirados en la calle hablan por si mismos. Lo ultimo que pude ver fue a la ambulancia llegar. El paramédico al examinar a la muchacha corre hacia el vehículo y saca un desfibrilador... han pasado mas de diez minutos...
No soporto más y tomo un colectivo, no paro de hablar hasta mi casa... cuando cierro mis ojos tengo un nudo en mi garganta, aun lo tengo al despertar.

Llorar... por dos personas que jamás conocí, por dos vidas que no se si a esta hora siguen palpitando... llorar hasta que se me vaya la pena y la infinita sensación de fragilidad.