Cocinar...

Le hace bien al alma darse el tiempo de preparar una rica comida. Cada vez que cocino, si bien no soy experto en ello, me siento como alquimista. No es solo meter verduras, carnes, cereales o condimentos varios dentro de una olla o un sartén. Se trata más bien de hacer magia, de conjurar un estado de cosas, de invocar un daemonio interno que tiene relación con la sopa fundamental de la creación, esa desde donde surge el universo, revolviendo estrellas, nebulosas, constelaciones y sistemas planetarios. Si creen que exagero hagan la prueba de ver, en los rostros de quienes degustan, la expresión agradecida al saber que todas esas horas dedicadas a la elección de los ingredientes, que toda la creatividad del momento, que toda esa concentración de energía focalizada en la búsqueda de un sazón, que toda la entrega y amor se han transmutado en un exquisito plato que se pone frente a sus ojos para alimentar luego sus cuerpos, con la conciencia silenciosa de que, como en un ritual,  a quien degustan finalmente es a ti.
Cocinar es un placer...